Sabina y Serrat en Israel

En ciertos momentos de tu vida, sobre todo cuando eres un adolescente –o estás atrapado en dicha etapa- te pones a hacer ciertas cábalas sobre sucesos que crees que no van a tener lugar mientras estés vivo: la paz entre israelíes y palestinos, el descubrimiento de vida extraterrestre, el hallazgo del Arca Perdida, que el Málaga CF gane la liga, el fin de la tiranía de los Kim en Corea del Norte o la cura del cáncer.

Joaquín Sabina cantando en Israel era una de las mías. No siempre se tiene el privilegio de presenciar algo que creías imposible. Honestamente, y salvando las distancias –repito, salvando las distancias-  es un privilegio que también tuve cuando Obama llegó a la Casa Blanca, cuanto mataron a Bin Laden y fui a celebrarlo a la Zona Cero o cuando viví en Israel la liberación de Gilad Shalit.

El genio de Úbeda vino a Tel Aviv junto con Joan Manuel Serrat. Y el concepto imposible se volvió, una vez más, cuestionable.

Por qué era difícil que Sabina viniera a Israel

Era imposible, de entrada,  que Joaquín Sabina viniera a tocar a Israel, aunque encontrara más de cien mentiras y más de cien motivos para hacerlo. No porque él mostrara hostilidad hacia el país o su política -no se le recuerda ninguna declaración hostil- sino porque siempre se ha movido en ambientes, digamos, poco afines a la causa sionista. Su bandera política suele ondear junto a la bandera palestina y su círculo de amigos también. Con lo que, venir a cantar a Israel podría haber provocado un edicto de expulsión, o un cordón sanitario –en palabras del infame Federico Luppi-  contra el jienense en esas comisarías político-culturales que tan proclives se muestran a expedir carnets de demócrata o de buena persona. No veía, sinceramente,  a Joaquín Sabina aceptando el riesgo.

Quizás ir de la mano con Serrat ha podido ser el salvoconducto inamovible para ello, como los de Ugarte en Casablanca. Pese a ello,  los de siempre, los que en España llaman a Hamas resistencia legítima, los que movilizan miles de personas de un día a otro si Israel se defiende pero duermen a pierna suelta mientras Assad aniquila a su pueblo, no tardaron en hacerse oír por los dos cantautores. Una campaña en Twitter, parafraseando la canción de Sabina, #Nossobranlosmotivos,  con video de amago viral en You Tube, quería evitar que Sabina y Serrat aterrizaran en Tel Aviv. La campaña criminalizaba a todo el Estado de Israel utilizando la famosa responsabilidad colectiva que se le ha aplicado siempre a los judíos, y como suele pasar con este tipo de panfletos preuniversitarios, estaba llena de despropósitos. #Nossobranlosmotivos utilizó como justificación lo mismo que movió a RTVE a censurar el programa de Españoles por el mundo en Israel porque no se hacía mención a la situación de los palestinos. Como bien escribió David Gistau entonces, no se podía concebir a Israel más allá del conflicto y la sangre, no se podía mostrar al imaginario común un país formado por gente normal.

Aún así, aunque algunas respuestas a las críticas fueron algo evasivas, ambos, tanto Serrat como Sabina, fueron claros en las ruedas de prensa y expusieron de forma contundente algo tan obvio y lógico, que no por ello no debía dejar de ser subrayado: No nos ha contratado el gobierno de Israel.  Esto no es un acto de apoyo político.

Un ¡Zas! En toda la boca… a todos los que quisieron impedir el evento. Otro gran motivo para estar alegre de que el concierto tuviera lugar.

Sabina es mi biógrafo personal

Mi gusto por Joaquín Sabina y por algunos clásicos de Serrat me vino heredado. Ellos les cantaron a mis padres y luego me cantaron a mí. Por ello, la mayoría de los que estaban sentados a mi lado en el concierto eran de la edad de mis progenitores o incluso mayores.

Sabina, como leí en una de tantas noches en las que el cantautor me ayudó a encontrarme con esa dama llamada inspiración, es un especialista en hacer autorretratos al portador.

Sabina y Serrat cantaron lo que nos pasaría,  describieron nuestro futuro cercano,  lo que experimentaríamos cada vez que tuviéramos un affaire con una guapa muchacha y esta nos abandonara como un pañuelo usado, lo que sentiríamos cada vez que nos viniera un impulso suicida por algún golpe sobrevenido, cada vez que al final de un día largo y duro nos preguntáramos por qué narices hemos nacido, cada vez que nos emborracháramos y volviéramos a casa balanceándonos por las venas de la noche, con nuestra dignidad colgando de nuestro ebrio equilibrio;  cada vez que tuviéramos una epifanía o un chispazo de fortuna y quisiéramos clamar al cielo que somos felices. Cada vez que quisiéramos que la vida nos contestase, como niños perdidos gritando dentro de una cueva esperando el eco.

Las canciones de Sabina han sido para mí un espejo y un antídoto para cada momento. Por eso fue especialmente histórico en lo personal ver al poeta gamberro, al genio granuja, cantando en una tierra que amo y por la que he dejado todo atrás en mi país natal.

El concierto fue todo un éxito

El concierto tuvo lugar en el estadio del Maccabi Tel Aviv,  y por esas tres horas, mas unos cuantos bises,  el recinto se convirtió en un territorio latino. Unos seis mil hispanohablantes de todo Israel se dieron cita en el Nokia Arena. Como si se tratara de una de las tribus perdidas de Israel, los que hablamos la lengua de Cervantes, Quevedo o Cela, nos reunimos para escuchar a esos dos canallas que han amenizado nuestras vidas y han marcado momentos inolvidables en nuestros expedientes personales.

Sabina y Serrat comenzaron el concierto con un Shalom y un Salam, respectivamente,  y siguieron así, muy correctos y sin herir sensibilidades. Tampoco parecía que quisieran hacerlo. Sólo querían hacer disfrutar a su público, que es de lo que se trataba el asunto.  Lo hicieron. Felices, con risas y aplausos, y ofreciendo un buen espectáculo.

Pese a que están viejos, peinan canas, y sus voces están ya un poco arrugadas, verlos mofándose el uno del otro, cual dos carcamales sin remedio, que cargan demasiado a sus espaldas, fue una auténtica gozada que dibujó sonrisas en todos los espectadores.

Sin embargo, lo que realmente hizo único el concierto fueron sus constantes guiños al país y a la cultura judía.

En la canción Contigo, cambiaron la letra en dos ocasiones:

No quiero Shabbat (domingos) por la tarde…

No quiero París con aguaceros, ni Samaria (Venecia) sin tí.

Serrat añadió algunas expresiones hebreas a sus diatribas  como “Elokim yizmor” (Dios nos guarde)

Y como confirmación de la simbiosis de los maestros con el suelo que pisaban,  la compañía de dos veteranos de la música israelí: David Broza y Noa. Especialmente el primero, que hizo fortuna adaptando muchas canciones de Serrat. De hecho, ambos cantaron una de las canciones más vitoreadas del concierto: La mujer que yo amo, mientras Sabina, sentado apacible, los observaba desde el atrezzo algo bohemio que habían colocado los realizadores y bromeaba declarando:

De hecho, a mí el disco que más me gusta de Serrat es el de David Broza.

Son dos artistas veteranos que saben darle a su público lo que realmente quiere. Son dos profesores rebeldes de la escuela de la vida que te incitan a saltarte las reglas y a disfrutar de ello. Y aunque no les hagas caso, estás enganchado a su doctrina y a sus canciones.

Buceando entre bastidores, cuando los más fieles nos acercábamos al escenario para arrancar de los cantantes, a grito pelado, algún tema que no tocaron –me resquebrajé la garganta pidiéndole a Sabina que cantara Pacto entre caballeros– me codeé con algunas personas que habían acompañado a Sabina y a Serrat en sus días previos por Israel. Entre ellos, hablé con Victor Gloger, que colabora con el cocinero malagueño Samuel Perea en la ONG Cocina por la Paz, y  me comentó que habían organizado para las estrellas un viaje a Ramala, actual capital de la Autoridad Nacional Palestina. Serrat fue a la excursión, pero Sabina se quedó en el hotel y  le pidió a Gloger dos botellas de whiskey y cinco libros de Amos Oz que hablaran de Israel y del conflicto con los palestinos, en consonancia con lo que declaró Sabina cuando, por enésima vez fue preguntado por la razón de venir a cantar a Israel: también hemos venido a leer y a aprender.

Un gran concierto en la noche de Tel Aviv. Una velada inolvidable.

6 comentarios

  1. Y un gran post! Emocionante. Las declaraciones de Sabina me sorprendieron. Pensé que serían más del estilo de Serrat, de escorrer el bulto y medio justificarse. Pero que va! El tío no pasó ni por la excursión a Ramala «porque toca para quedar bien», y en alguna respuesta me dió la sensación de que estaba apunto de soltar algún «y no me toqueis más los cojones». Celebro que te lo pasaras tan bien y que hayas cumplido un deseo que creías imposible. Un abrazo.

  2. «…me pillaron diez quinientas y un peluco marca omega…pero el vizco se dio cuenta y me dijo oye colega te pareces al Sabina ese que canta…este encuentro hay que mojarlo con jarabe de litrona compañeros antes de que cante el galllllllllaaaaaa…controlaban tres fulanas pero a mi me reservaban los encantos de Maruja la cachonda…nos hicimos unas fotos de cabina en tres minutos parecemos la cuadrilla de la muerte…por las venas de la noche enrollate y haznos una copla guapa de las tuyas me gritaron…yo que siempre cumplo un pacto cuando es entre caballeros les tenia que escribir esta cancion…»

    Que grande canción y que grandes momentos vividos en eretz Israel!
    Se te echa de menos!

  3. A ver, Eli.
    Nada que objetar a tu gusto por tus 2 admirados. (Serrat fue durante muchos años mi cantautor preferido pero el tiempo y su postura frente y contra Israel me ayudaron a desmitificar al personaje hasta que descubrí que «todo es vanidad», pose progre y business. Nunca, jamás, una palabra amable, solidaria, comprensiva, hacia Israel -ni en los peores momentos-).
    Mi opinión sobre Sabina me la ahorro. Y no formó parte de mis gustos musicales.
    Se me hace harto difícil comprender por qué te derrites en halagos hacia la pareja -fascinación aparte por sus canciones-. ¿En qué han modificado sus actitudes frente a Israel?. Busca el sentido y significado real de esta declaración que incluyes en tu artículo:
    «No nos ha contratado el gobierno de Israel. Esto no es un acto de apoyo político».
    Es una declaración vergonzante…que no convence ni a tirios ni a troyanos.
    Saludos!.
    (AM ISRAEL JAI).

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