Por lo que deducimos de la información que ofrece El Periódico, el gobierno español mantiene cierto diálogo indirecto con Hamas. El mismo Secretario de Estado ha reconocido que «en la Unión Europea hay ciertas sensibilidades con este tema».

El interés, ante esto, no se centra en la crítica a una política no acorde a los principios del gobierno del PP. Esta, es evidente: el PP exigía para la negociación con ETA que la banda dejara las armas. Hamas no tienen intención de abandonar las armas y además no reconoce a Israel y clama por su inminente destrucción, mientras que ETA sí reconoce a España. Además, Hamas está incluida en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. Sin mencionar las actitudes de los socios europeos ante dialogar con terroristas.

El interés de esta noticia, pues, es el por qué el gobierno del PP hace esto y por qué lo hace ahora. A pesar de que España apoyó la propuesta de Abbas en la ONU con miras a un asiento en el Consejo de Seguridad y con la intención de  mantener la simpatía en el mundo árabe para garantizar el cumplimiento de algunos contratos como el del AVE a La Meca, estas iniciativas, por tibias que puedan ser, resultan incomprensibles para un el gobierno de un partido político que ha hecho de la lucha contra el terrorismo una de sus banderas políticas.

Por si fuera poco el revuelo que ya hubo dentro del PP a la hora de votar en el Parlamento Europeo la propuesta de la adhesión de Palestina a la ONU como Estado observador no miembro -sólo hay que mirar las votaciones–  escenificado también en el pulso entre el Ministerio de Exteriores y Moncloa -Margallo vs Moragas- el gobierno del PP añade un despropósito en su política exterior.

Hablar con Hamas es hablar con un grupo terrorista en activo, que incita al genocidio, que promueve y trabaja por la destrucción de Israel, que lideró una mini guerra civil en Gaza en 2007 para expulsar a Al Fatah, que disfraza a sus pequeños de mártires, que ha enviado a cientos de hombres bomba a inmolarse en autobuses y cafeterías, que es islamista, homófobo y misógino, que lincha y ejecuta a colaboracionistas en plena calle y que por supuesto no cree en nada que tenga que ver con Democracia y Derechos Humanos.

El camino hacia la paz entre israelíes y palestinos es difícil, y la mediación exterior se agradece. Pero si se eleva a Hamas como actor político, si se considera a Hamas un igual, la paz será imposible. Hamas es un grupo terrorista, tiene que ser derrotado o, de lo contrario, que abandone las armas, reconozca a Israel y pida perdón por sus crímenes.