La pasada semana el Ministerio de Exteriores de Israel acogió la Misión Anual de la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Americanas (CP). La CP es quizás el segundo grupo de presión judío, después de AIPAC, en los EE UU. En el famoso libro de Mearsheimer y Walt –el primero recomendó hace relativamente poco a un escritor antisemita y el último acude a un evento en Harvard que muestra una seria hostilidad contra Israel, puesto que aboga por la solución de un Estado, es decir, la desaparición a medio plazo de Israel- sobre el lobby Israelí y su influencia en la política exterior estadounidense, se recalca bastante que la CP tiene bastante influencia y hace su tarea de lobby con eficiencia y que su presidente, Malcolm Hoenlein, es un lobbiyista muy influyente.
El mito que rodea a los lobbies proisraelíes
Desgraciadamente, en España el concepto de lobby judío se asocia con un mito del antisemitismo clásico: la dominación mundial por parte de los judíos. Se desconoce, por ejemplo, que en EE UU los grupos de presión son una parte fundamental en el engranaje del sistema democrático, y que dichos grupos ahora están muy en vogue en la Unión Europea. También se desconoce que, hay lobbies muy críticos con la actual política del Estado de Israel , como J-Street, o que existen otros lobbies más poderosos que el proisraelí en Washington: petróleo y armas. Aquí ya conté para Foreign Policy otros datos sobre los lobbies proisraelíes y los nuevos rumbos que toma la Administración Obama respecto a ellos.
La CP está formada, por lo que pude comprobar, por viejas glorias que han batallado durante los últimos 30 años en los pasillos del poder en EE UU. La palabra lobby tiene su origen en los tiempos en los que el representante de una comunidad de vecinos, de una empresa o de un municipio, por ejemplo, esperaba al representante político de una determinada circunscripción en el lobby -vestíbulo- de la Cámara en cuestión para manifestarle sus opiniones y exigencias sobre determinada ley o actuación. Los miembros de la CP son lobbiyistas de la vieja guardia, muy orgullosos de ello, y satisfechos de un buen trabajo. La nueva generación de activistas políticos proisraelíes ha nacido con una herramienta infinitamente más poderosa que las cartas y emisarios que enviaban sus antecesores: Internet. Y se están centrado y formando en un entorno en donde el activismo anti-Israel es muy agresivo: La Universidad.
Liberman no tiene pelos en la lengua
Uno de los asistentes fue el presidente de la ZOA (Zionist Organization of America) Morton A. Klein, que introdujo al ponente estrella de la velada, el siempre polémico y sin pelos en la lengua ministro de exteriores de Israel, Avigdor Lieberman. Klein remarcó que eran amigos y que el canciller israelí siempre decía la verdad.
Liberman, que siempre peca de sincero, declaró entre otras cosas
Yo soy colono, por tanto, no soy objetivo. Pero lo que está claro es que echar la culpa de todo a los colonos es hipocresía. Firmamos la paz con Egipto y Jordania, y nos retiramos de Gaza unilateralmente. Los palestinos usan a los colonos como excusas para evitar las conversaciones directas.
Tenemos la situación [en general] bajo control, la cooperación y la seguridad para con los palestinos están en auge.
Quizás sea mi impresión, pero es imposible llegar a un acuerdo comprensible con Mahmud Abbas.
Puede que Liberman tenga razón, Israel tiene todo el asunto con los palestinos bajo control, pero como siempre, puede estallar como una olla a presión. Las tres partes complicadas del conflicto, Gaza, Cisjordania y las colonias, pueden colisionar en cualquier momento, sobre todo si un ingrediente externo se añade al combinado: un ataque a Irán.

Obama intenta mejorar las relaciones con Bibi
Y mientras escribo estas líneas, la joya de la corona, AIPAC, celebra su Policy Conference, en donde ya han hablado, entre otros, Barack Obama y Simón Peres.
Ciertamente, el discurso que más se esperaba era del presidente. Es uno de los discursos más cuidados del año, y seguro que le habrá traído más de un quebradero de cabeza. Su relación distante con Bibi es notoria. Pero parece que dicho discurso ha servido para limar un poco las asperezas con el premier israelí. El discurso parecía un mensaje personal a Netanyahu.
Obama ha declarado que no dudará en usar la fuerza para defender los intereses estadounidenses en el mundo, e Israel es uno de esos intereses. Ha asegurado que Israel tiene derecho a tomar sus propias decisiones para su defensa nacional, pero que cree firmemente que la vía diplomática para solucionar la crisis con Irán todavía puede funcionar.
La incertidumbre es la protagonista en lo que va a pasar con Irán. Y queda claro que, si algo sucede, como un ataque israelí a las instalaciones nucleares o una declaración pública y masiva por parte de Ahmadineyad de que tiene la bomba, la situación en Oriente Medio y en todo el planeta se va a complicar. Una demostración de fuerza y determinación por parte de Obama, como la que acaba de lucir en su discurso, puede provocar reacciones más agresivas por parte de los ayatolás. Sin embargo, una muestra de debilidad sería peor.
Lo que hacen los lobbies porisraelíes es legítimo y democrático. Y eficiente.
Actualmente, el principal asunto en las relaciones EE UU-Israel es Irán. Lo demuestran las dos cumbres de los grupos de presión judíos más influyentes de Estados Unidos.
Los lobbies han conseguido que la seguridad de Israel sea algo incuestionable en EE UU, tanto moral como estratégicamente. No es algo que haya que esconder, o que deba ser declarado con la boca pequeña. De hecho, las principales organizaciones judías se sienten muy orgullosas de ello: el lobby proisraelí tiene como objetivo las buenas relaciones entre EE UU e Israel lo que implica apoyo militar, logístico y económico. Y lo han conseguido. Su causa es legítima y su trabajo es reconocido como exitoso -TIME calificó al AIPAC como el tercer lobby con más influencia en el gobierno- y además limpio: Morry Amitai, legendario mandamás del AIPAC siempre ordenó a sus lobiyistas que el trabajo se hiciera mediante medios legítimos y democráticos. Es algo que hasta Mearsheimer y Walt admiten.
El AIPAC, la CP, el AJC o incluso los críticos J-Street o JSP (Jewish Students for Peace), reflejan lo importante que es Israel para los judíos. Es un sueño de 2000 años que por fin se cumplió, una garantía de supervivencia después de milenios de persecuciones, matanzas e injusticia. Los judíos norteamericanos entendieron rápidamente que para luchar por la causa Israel había que remangarse y convencer a la clase dirigente de que ambos países no solo comparten valores democráticos y principios garantistas, sino que también ambos fueron construídos bajo un sueño anhelado y sobre el esfuerzo de sus ciudadanos.
Obama, pese a sus diferencias con el actual gobierno de Israel, comprende perfectamente ese compromiso moral y político.