El color del nuevo gobierno depende de Bibi

En el análisis que he escrito sobre la trepidante noche electoral del 22 de enero, he destacado la épica biografía de Yair Lapid, quien puede formar parte del gobierno de Netanyahu -según Haaretz, se postularía para Ministro de Exteriores- y he apuntado que, parafraseando el nombre de su partido, es el futuro de la política en Israel. Así como también lo es Naftalí Bennet, cuyas altas predicciones se iban apagando conforme se publicaban los sondeos a pie de urna, pese al buen resultado logrado por su partido (de 3 escaños en 2009 a 12 conseguidos el pasado martes)

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Lapid dio la campanada y la sorpresa al conseguir 19 escaños y eclipsar lo que, según las encuestas, iba a ser la noche de Naftalí Bennet. Sin embargo, el escaño que quedaba por adjudicar, ha sido para Habait Hayehudí, el partido de Bennet.

Así las cosas, y coincidiendo parcialmente con mis deseos de hace unos días, Netanyahu podría formar gobierno con los partidos de centro: Yesh Atid, Kadima y Hatnuá, uniendo también a Bennet a la coalición para hacerla más estable con 70 asientos. La otra opción, que podría traer muchos problemas para los retos que afronta Israel, y para relaciones con la Administración Obama por ejemplo, sería un gobierno formado por Likud-Betenu y los partidos religiosos incluyendo a Bennet, que sumarían 61 asientos, el mínimo para gobernar.

Hillary Clinton And Benjamin Netanyahu Meet In Washington

Tanto Kadima como Hatnua son escisiones del Likud -el segundo es escisión del primero, y el primero es escisión del Likud, creado por Ariel Sharon en 2005 con motivo del descontento de miembros del Likud por la desconexión de Gaza- y antiguos compañeros de Bibi. Pueden entenderse bien o mal, pero han bebido de los mismos principios ideológicos y de los mismos padres políticos. Lapid, en cambio, es aire nuevo y fresco. Sería interesante ver como sirve de argamasa entre Netanyahu y sus antiguos compañeros, pero el elemento desestabilizador en el gobierno lo aportaría Bennet.

En cambio, la segunda opción de gobierno, con los partidos ultraortodoxos Shas y United Torah Judaism por un lado, y con el partido datí leumí -sionista religioso- de Bennet, Habait Hayehudí, por otro, la coalición sería más estable, pero todo un quebradero de cabeza para relanzar el proceso de paz, para reformar la Ley Tal y para la relación con EE UU, amén de un gabinete que ampliaría la polarización entre religiosos, tradicionalistas y laicos en Israel.

Depende de Bibi.

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